miércoles, 25 de noviembre de 2015

“Donde manda capitán…”

Siguendo la saga del proceso administrativo y su aplicación a nuestras funciones como empresarios (porque desde el principio partimos que aunque es obvio y sencillo, lo hemos estado olvidando), quisiera hablarte en esta ocasión del tercer paso que normalmente puede costar mucho trabajo a aquellas personas que no les gusta poner en riesgo su “quedar bien”. En esta colaboración, quiero referirme a la dirección.
Si bien es cierto que dirigir puede parecer una cuestión sencilla, realmente no lo es, ya que involucra mucho más que dar una orden; de entrada, porque a esta orden hay que darle un seguimiento y supervisarla (cosa que muchos olvidan y es aquí donde nos perdemos como líderes y jefes) y, en segundo lugar y tal vez más importante, porque no todo mundo está dispuesto a dar una orden debido a la cultura de servicio (que a veces cae en servilismo) que tenemos los mexicanos y, al momento de dirigir toda la planeación y la organización que ya plasmamos en el proceso administrativo, es donde la puerca tuerce el rabo, porque no nos gusta quedar mal, quedar como el ogro, hacer sentir mal al otro o pensar que somos mandones.
Y es que es justamente esto lo que muchas veces, como mexicanos o latinos, confundimos: ser jefes y ser amigos, dar una orden y ser amable, ser comprensivo y ser firme ¡sí van de la mano! Y esto, como se ve en la práctica y en el proceso administrativo es ejecutando los planes y la organización que ya delimitamos a través de la motivación a los líderes de las tareas, de la comunicación que logramos tener con los mismos y de la supervisión que debemos tener para dar seguimiento a que las cosas pasen como dijimos y planeamos que deben de pasar. ¡Es justo esta la diferencia entre crecer como gerente o director y quedarse en el proceso operativo!
Dicen que para saber mandar hay que saber hacerlo, y esto es correcto desde mi punto de vista, pero más importante aún es creer que la orden que das es la mejor opción que tienes para que los planes personales y profesionales tuyos, de tu equipo y de la empresa se cumplan. ¡Esa es nuestra misión en este paso!
Mi contexto como director de una empresa, a la hora de ejecutar la dirección (justo el paso que abordamos en esta colaboración) es pensar que si no me importara la gente ni la empresa, mejor no les pido, ni digo, ni superviso nada. ¿No lo crees?
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Disponible en: ElEmpresario.mx